A los demócratas les queda muy poco tiempo para pagar las facturas pendientes de las elecciones de noviembre. La más cara: Irak. Es impagable. No hay mucho que puedan hacer para parar a Bush en Irak y a donde los neocons quieran llevar a las tropas americanas. Pero donde si pueden honrar sus obligaciones legislativas con los electores es con la agenda domestica. Inmigración por ejemplo, es un buen comienzo.
Los demócratas podrían encontrar un “lugar común” en el parlamento con los republicanos, legislando en torno a una moderna reforma de la política de inmigración.
Recientemente Ali Noorani, director del Massachusetts Immigrant and Refugee Advocacy Coalition, se unió al clamor de las múltiples organizaciones pro-inmigrantes que reclaman al 110 congreso una reforma “comprensiva” al problema de los inmigrantes indocumentados en EE.UU. Noorani, le envió una carta a Nancy Pelosi y a Harry Reid que plantea una salida legal para los indocumentados, un elaborado programa de visas de trabajo, mas clases de ingles y programas de capacitación laboral, parar la militarización de la frontera y mejorar la supervisión de las leyes laborales para proteger a los trabajadores inmigrantes en sus centros de trabajo.
En realidad es una lista muy ambiciosa para el Congreso pero que deja muy en claro que en una ley de reforma migratoria tienen que considerarse varios frentes.
Los demócratas deben recordar que el triunfo de noviembre se debe en parte al voto latino. Cuarenta millones de personas, entre las cuales 12 son indocumentados, están esperando esta ley desde hace más de seis años y están muy preocupados con la agenda del Congreso por estos días en que los demócratas hablan de todo menos de reforma migratoria.


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