Parecía la cronica de una muerte anunciada. La ONU había marcado el 18 de diciembre de 2009 como la fecha en la cual todos los países se unirían bajo su bandera para enfrentar una de las mayores amenazas que pesan sobre la humanidad en el siglo XXI: la crisis climática. Pero finalmente, el día será recordado como el de un caótico regateo entre un puñado de líderes de un selecto grupo de países ricos, (y nuevos ricos: India y China).
Los esfuerzos para forjar una alianza mundial contra el cambio climático parecían a lo largo de la última década un descarrilamiento en cámara lenta. En Copenhage en estos ultimos días parecía que nada hiba cambiar esta situación. El grupo pergeñó un acuerdo no vinculante, de denominadores comunes mínimos, que dejó a las negociaciones sobre el clima en velocidad reducida y sembró cizaña en la comunidad internacional. El documento fue presentado empaquetado a la sesión plenaria, provocando la indignación de países en vías de desarrollo que se sintieron ignorados.
Es evidente que el peor enemigo del hombre es el hombre y su capacidad atuodestructiva parece inmanente a su naturaleza.
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