13 de febrero de 2007

En el laberinto

Las huellas del arquitecto se encuentran en todo el caso Libby. Conforme desfilan por la corte los periodistas involucrados en la conspiración contra la CIA, se devela el siniestro"modus operandi" de las facciones en el poder. Los periodistas describen sus códigos de comunicación con el arquitecto Karl Rove y los hombres de Cheney. Con el pasar del tiempo nos damos cuenta que el “Plamegate” no es mas que una muestra de las guerra internas entre los neocons por sobrevivir en el poder, en medio de la crisis del gobierno por la guerra de Irak.

El caso Libby tambien ventila en la corte uno de los capitulos mas obscuros de la historia de la prensa norteamericana. Una periodista de El Pais escribio que era el "watergate" al reves. Esta ves la prensa trataba de ocultar sus errores o mejor dicho sus violaciones a las leyes mas elementales de etica profesional.

Todo empezo en el 2003 cuando los neocons desde la Casa Blanca y el Pentagono le vendieron al pueblo americano las mentiras sobre las armas de destruccion masiva en Irak. Para lograr su objetivo los neocons usaron sistematicamente a la prensa como difusora de este caso. Y todos cayeron en la trampa: Bob Woodword considerado un "mito" en el Post, por su rol en el caso Watergate, salio a la television a respaldar las amenazas de Rumsfeld y despues se arrepintio amargamente. En la pagina editorial del Post se defendio energicamente la verosimilitud del testimonio de Powel en las NN.UU. y despues se dieron con la triste realidad de que Powell tambien mintio como cualquier impostor y asi tambien enterro su carrera politica.

El Times ocupo sus primeras planas con las historias inventadas en el Pentagono sobre la compra de cilindros para la construccion de armas de destruccion masiva en Irak bajo la firma de la controvertida periodista Judith Miller. Cheney usaba estos medios para citarlos ante la otra prensa como fuentes fidedignas del caso WMD. Pero todo era mentira. Solo el Night Rider informaba lo que otras fuentes negaban sobre el caso Irak y fueron amenazados sistematicamente. Los acusaron de "comunistas" "bolcheviques' y los amenazaron con desacreditarlos en Washington.

Libby y sus colegas, bajo las ordenes de Cheney, manipularon a la prensa para vender sus planes de guerra y lo lograron. Pero en el caso Plame algo paso y se creo un escandalo. En el transfondo habian otros problemas que agudisaron las contradicciones dentro del gobierno.

La Casa Blanca y “el triangulo de acero”: Bush, Cheney y Rumsfeld, no podían coexistir con la CIA en el caso Irak. La agencia quería luchar contra el terrorismo y la Casa Blanca quería – quiere- apoderarse del Medio Oriente.

Por eso la CIA mando al embajador Joseph Wilson a investigar la venta de “yellow cake” a Irak en Nigeria. No fue difícil que saliera a la luz la mentira. Además que ya habían varias voces que cuestionaban enérgicamente la verosimilitud de la campaña contra Irak, Wilson en The New York Times, dejo bien claro que el gobierno mentía para justificar la guerra.

No habían evidencias y la Casa Blanca las plantaba con cada articulo de Judith Millar en el mismo Times. Y desde los medios adictos al gobierno que recogían los memos de la oficina de propaganda secreta que manejaba Rumsfeld en el Pentágono.

Cuando Bush y compañía se dio cuenta que el fracaso de la invasión en Irak no era mas un secreto, le hecho la culpa a la CIA de proveerle mala información y George Tenet fue el chivo expiatorio del momento y renuncio.

Se dice incluso que la CIA quería boicotear la reelección de Bush. Para algunos analistas de la agencia y del entorno militar del Pentágono los planes de dominación del mundo por las armas de los neocons, es una empresa delirante que debe pararse. Por eso quisieron conspirar contra la reelección. No lo lograron. El arquitecto logro reelegir a Bush.

Pero quedaron astillas sin pulir. El caso Plame es una de ellas. El desgaste de la guerra y la crisis de confianza con el gobierno, la corrupción institucionalizada, Katrina y la decadencia generalizada de la bancada republicana, provocaron la derrota electoral de noviembre. Parecía que la Casa Blanca estaba acorralada y con las horas contadas en Irak. Pero no es así. Conforme pasan los días y las semanas las cosas vuelven al mismo circulo vicioso del año pasado.

Por algo el arquitecto considera noviembre como un hecho accidental sin mayor trascendencia para las metas que se han fijado en la Casa Blanca. Después de todo, quizás tiene razón: cuando los republicanos tenían el control del parlamento Bush no les hizo caso. Es improbable, por lo tanto, que ahora Bush les haga caso a los demócratas.

Lo cierto es que el Presidente ya consiguió lo que quiso del parlamento, cuando le dieron luz verde para que le declare la “guerra al terrorismo”. Este proyecto ejecutivo ideado en el Pentágono le otorga al Comandante y Jefe, licencia para meterse a cualquier país con le pretexto de que son terroristas y no hay nada que puedan hacer los demócratas. Ni el pueblo. Por eso Bush dice que el es el único que toma las decisiones. Y para humillar a los demócratas les dio con su propia medicina recordándoles que le parecía una “ironía” que estuviera contra la guerra. Después de lo que habían hecho por el, claro esta. Cheney a los pocos días dijo en CNN que a pesar de lo que haga el parlamento “nada los detiene”.

La única forma que podrían parar a Bush en el medio oriente es cortándole los fondos, pero los demócratas no van a hacer eso. No tienen las agallas para hacerlo. Primero esta su magro capital político en la balanza.

Entonces quienes podrían quedar acorralados, en realidad, son los demócratas tratando de explicarles a sus electores como no pueden parar a la Casa Blanca. Claro siempre esta la agenda domestica y así quedarían empates.

Pues bien, mientras los demócratas se entretienen debatiendo su “resolución contra la profundización de la guerra”, ahora le queda a la Casa Blanca campear el huracan del medio oriente. Para eso el gobierno esta usando sistemáticamente una política de provocación contra Irán. Responsabilizándolo, con la ayuda de la prensa, de financiar y armar a las sectas shiitas, así como de las bajas de las tropas americanas. De esta manera Bush crea una cortina de humo que lo exime de la responsabilidad de salir ante el país y decir me equivoque y nos retiramos. Por el contrario con las “evidencias” del caso podría invadir Irán.

Mientras este juego insano se lleva a cabo en la Casa Blanca, en las cortes y en los pasadizos del poder en Washington, miles de hombres, mujeres y niños que nada tienen que ver con las aspiraciones imperiales de los neocons, mueren diariamente y viven atormentados por la amenaza de la muerte. La humillación de la ocupación. El dolor moral. El destierro. La locura de la guerra civil. Las torturas. La corrupción.

Pensara por un instante Bush en el horror que siente un niño cuando ve una foto de su padre muerto al lado de su verdugo, un soldado americano que festeja excitado. Y que puede pensar un padre que apoyo a su hijo para que se enrole en el ejercito porque le prometieron una carrera profesional que el no le pudo dar y un buen día se entera que su hijo ha muerto en las calles de Bagdad. ¿Como asimilan los arquitectos de esta obscenidad, la destrucción que dejan a su paso? ¿Que parte de esta tragedia no le queda clara al gobierno? Cuantas vidas por galon?

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