17 de mayo de 2009

El Aborto y Obama en Notre Dame

El debate sobre el aborto que enfrento al Presidente Obama y la comunidad catolica en la Universidad de Notre Dame trae a la luz la historica sentencia que divide este pais desde 1973 cuando la Corte Suprema reinstauro el derecho al aborto de las mujeres.


Lo cierto es que el aborto no es una acción que entusiasme ni satisfaga a nadie, empezando por las mujeres que se ven obligadas a recurrir a él. Para ellas, y para todos quienes creemos que su despenalización es justa, se trata de un recurso extremo e ingrato, al que hay que resignarse como a un mal menor.


Apesar de las manifestaciones callejeras y la oposicion de fanaticos religiosos que se oponian a la presencia del Presidente Obama para dar el clásico discurso de graduación en Notre Dame se impuso la cordura y la tradicion democratica y Obama dio su discurso con la elocuencia y calidad que lo caracteriza. Obama habló de "terreno común" y de "abrir los corazones a aquellos que no piensan o sienten como nosotros".


El Presidente llamó a "trabajar juntos para reducir el número de mujeres que abortan intentando rebajar la cantidad de embarazos no deseados y hacer más fácil la adopción". Obama reconoció que el tema "es complejo y puede que irreconciliable entre las dos posturas". Por eso Obama pidió que se haga sin que las diferencias entre ambos grupos caigan "en la caricatura". Y con comprensión. "Aquellos que claman contra la investigación con células madre están convencidos de que la vida es sagrada, pero también lo están los padres de un niño con diabetes que están convencidos de que el sufrimiento de su hijo o su hija puede tener cura".


La falacia mayor de los argumentos antiabortistas, es que se esgrimen como si el aborto no existiera y sólo fuera a existir a partir del momento en que la ley lo apruebe. Confunden despenalización con incitación o promoción del aborto y, por eso, lucen esa excelente buena conciencia de "defensores del derecho a la vida".


La realidad, sin embargo, es que el aborto existe desde tiempos inmemoriales, tanto en los países que lo admiten como en los que lo prohíben, y que va a seguir practicándose de todas maneras, con total prescindencia de que la ley lo tolere o no. Despenalizar el aborto significa, simplemente, permitir que las mujeres que no pueden o no quieren dar a luz, puedan interrumpir su embarazo dentro de ciertas condiciones elementales de seguridad y según ciertos requisitos, o lo hagan, como ocurre en todos los países del mundo que penalizan el aborto, de manera informal, precaria, riesgosa para su salud y, además, puedan ser incriminadas por ello.


Significa, también, reducir la discriminación que, de hecho, existe en este dominio. Donde está prohibido el aborto, la prohibición sólo tiene algún efecto en las mujeres pobres. Las otras, lo tienen a su alcance cuantas veces lo requieran, pagando las clínicas y los médicos privados que lo practican con la discreción debida, o viajando al extranjero. Las mujeres de escasos recursos, en cambio, se ven obligadas a recurrir a las aborteras y curanderos clandestinos, que las explotan, malogran, y a veces las matan.


Es absolutamente ocioso discutir sobre si el embrión de pocas semanas, debe ser considerado un ser humano -dotado de un alma, según los creyentes- o sólo un proyecto de vida, porque no hay modo alguno de zanjar objetivamente la cuestión. Esto no es algo que puede determinar la ciencia; o, mejor dicho, los científicos sólo pueden pronunciarse en un sentido o en otro no en nombre de su ciencia, sino de sus creencias y principios, igual que los legos. Desde luego que es respetabilísima la convicción de quienes sostienen, guiados por su fe, que el nasciturus es ya un ser humano imbuido de derechos, cuya existencia debe ser respetada. Y también lo es que, coherentes con sus principios, los publiciten y traten de ganar adeptos para su causa.

La clave del problema está en los derechos de la mujer, en aceptar si, entre estos derechos, figura el de decidir si quiere tener un hijo o no, o si esta decisión debe ser tomada, en vez de ella, por la autoridad política. En las democracias avanzadas, y en función del desarrollo de los movimientos feministas, se ha ido abriendo camino, no sin enormes dificultades y luego de ardorosos debates, la conciencia de que a quien corresponde decidirlo es a quien vive el problema en la entraña misma de su ser, que es, además, quien sobrelleva las consecuencias de lo que decida. No se trata de una decisión ligera, sino difícil y a menudo traumática.


Un inmenso número de mujeres se ven empujadas a abortar por ese cuarto supuesto, precisamente: unas condiciones de vida en las que traer una nueva boca al hogar significa condenar al nuevo ser a una existencia indigna, a una muerte en vida. Como esto es algo que sólo la propia madre puede evaluar con pleno conocimiento de causa, es coherente que sea ella quien decida.


Ahora bien, que la despenalización del aborto sea una manera de atenuar un gravísimo problema, no significa que no puedan ser combatidas con eficacia las circunstancias que lo engendran. Una manera importantísima de hacerlo es, desde luego, mediante la educación sexual, en la escuela y en la familia, de manera que mujer alguna quede embarazada por ignorancia o por no tener a su alcance un anticonceptivo. Uno de los mayores obstáculos para la educación sexual y las políticas de control de la natalidad ha sido también la Iglesia Católica, que, hasta ahora, con algunas escasas voces discordantes en su seno, sólo acepta la prevención del embarazo mediante el llamado "método natural", y que, en los países donde tiene gran influencia política -muchos todavía, en América Latina- combate con energía toda campaña pública encaminada a popularizar el uso de condones y píldoras anticonceptivas.


Lo cierto es que si se le diera la razon a quienes s manifestaron en contra del aborto en Notre Dame sin llegar, claro está, a los extremos talibanes, es seguro que la mujer retrocedería del lugar que ha conquistado en las sociedades libres a ese segundo plano, de apéndice, de hija de Eva, en que la Iglesia, institución machista si las hay, la ha tenido siempre confinada.

4 comentarios:

  1. ¡De libro! Unos lo exponen mejor, otros peor. Su exposición del decálogo para la defensa del aborto libre es de las más claras. Pero todas son iguales, clónicas, cual si se tratara del producto de una sola mente. Sigue el guión fielmente:
    1.El aborto es un mal menor que nadie quiere. No vaya a ser que promovamos los abortos.
    ¿Por qué habría de ser malo si no es porque el embrión es un ser humano? ¿A qué edad de gestación sigue siendo el mal, “menor”, y por qué?
    2.Es un mal menor, pero es necesario. Las mujeres han abortado y abortarán independientemente de lo que diga la ley. O aborto legal y seguro, o aborto clandestino inseguro. No hay otra opción. ¿A qué edad de gestación las mujeres ya no abortan clandestinamente? ¿A qué edad de gestación y por qué la ley ya sí tiene efectos sobre las decisiones de las mujeres?
    3. Es ocioso discutir si el embrión es un ser humano. No puede demostrarse científicamente de manera objetiva. ¿Existe una ciencia objetiva? ¿Podemos conocer la verdad? ¿Podemos demostrar científicamente que un adulto tiene derecho a la vida? ¿Si no podemos demostrarlo podemos hacer excepciones? ¿A qué edad de gestación ya sí podemos demostrar científicamente y objetivamente que hay un ser humano digno de respeto?
    4. Puesto que es una discusión ociosa, que decidan las mujeres que están directamente implicadas. ¿A qué edad de gestación dejan de ser las diréctamente implicadas y por qué?
    5. Sólo la Iglesia Católica se opone al aborto por motivos religiosos y además es responsable de promocionar abortos por su doctrina opuesta a los anticonceptivos. También se opone a matar a un individuo adulto por motivos religiosos, ¿será un motivo para despenalizar el asesinato? ¿El alarmante aumento de abortos es consecuencia de que la doctrina contra los anticonceptivos de la iglesia está calando cada vez más en la sociedad? ¿A qué edad de gestación la opinión de la Iglesia deja de ser religiosa? He expuesto cinco pero podrían ser diez.
    No hay nada como tratar el tema del aborto en términos absolutos para barrerlo bajo la alfombra. Pero hay un problema: mucha gente, y muchas mujeres también, están en contra del aborto cuando se alcanza cierto grado de gestación. Eso obliga a hablar de plazos. Y en un asunto así, no pueden establecerse arbitrariamente. Así que la discusión que considera ociosa, es necesaria. El decálogo pro-elección se reduce a cero en cuanto que el no-nacido ya sea considerado como ser humano digno de protección. ¿Ni la libertad de decisión de la madre ni la posibilidad de abortos clandestinos justifican un aborto a los seis meses de gestación? Tal y como se aplican hoy los plazos, parece que los criterios que se han impuesto son tan vanos como que el feto sea viable fuera del útero o que el embrión tenga un aspecto que se nos antoje como suficientemente humano. No es que no sean criterios objetivos(de esos no existen), es que ni siquiera son científicos. Esta es la discusión que se quiere obviar y de hecho se evita, con el decálogo uniforme pro-elección. Quien defiende el aborto libre no está nada cómodo tratando de responder a la pregunta de cuándo surge un ser humano. Por eso hay que construir un puente que se salte ese pantano. Eso es el decálogo pro-elección que se repite invariablemente.

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  2. Anónimo11:47 a. m.

    Sería un atropello intolerable que, por una medida de fuerza, como ocurrió en la India de Indira Ghandi, o como ocurre todavía en China, una madre sea obligada a abortar. Pero ¿no lo es, igualmente, que sea obligada a tener los hijos que no quiere o no puede tener, en razón de creencias que no son las suyas, o que, siéndolo, impelida por las circunstancias, se ve inducida a transgredir? Ésta es una delicada materia, que tiene que ver con el meollo mismo de la cultura democrática.

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  3. Anónimo10:33 a. m.

    Lo cierto es que si el hombre tuviera que parir el aborto hubiera sido legalizado hace cientos de años.
    Sofia

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  4. Personas como Arche reclaman furiozamente el derecho a la vida de un ser en el utero materno, pero ignoran el derecho de los pobres que alcanzan a vivir y son expuestos a la mas cruel violencia economica en el mundo hoy. Hay que ser un sadico para dejar que un niño se muera de hambre en las calles de los pueblos campesinos de Africa y la misma India, cuyo boom economico hasta ahora no logra alimentar a su poblacion indigente.
    Archin es un tipico ejemplo de aquellos que quieren limpiar su conciencia en el confesionario y estar limpios de culpa, negando el aborto a los seres que estan expuestos a las mas terribles crueldades de la humanidad.
    Niegan que el mismo senos de la familia cristiana se abusa sexualmente de niños inocentes, muchas de los cuales terminan como adolecentes embarazadas, con sus vidas y las de sus hijos destruidas.
    En EE.UU. sin ir muy lejos: una de cada 4 niñas son abusadas sexualmente. Es una peste!
    Como hubiera sido la vida deMr. Archin si hubiera nacido como consecuencia de estos abusos? Que estabilidad emocional y sicologica tendria para enfrentar la vida ? Seria un ser producitivo?
    Para vivir en este estado de negacion nada mejor que la religion, que sublima la realidad con abstracciones inocuas.
    Defiende la vida pero apoyan la guerra pero generalmente las institucones que religiosas que defiende el derecho a la "vida" se coluden con los que promueven la guerra. El caso mas cercano es Irak.
    Que levante la mano el grupo de fundamentalistas religiosos que se oponen al aborto y que protestaron contra la guerra de Irak.
    Ni uno. Todos se lavaron las manos.

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