30 de diciembre de 2009

Un Café en Suspenso

Mis paisanos en el Peru solian decir que yo era mas solo que un ciclista. Ahora desde el autoexilio esa condicion de lobo estepario se ha acentuado los fines de semana cuando mis hijos visitan a su madre y me quedo solo. A veces esa soledad se interrumpe cuando asoma en mi pantalla la invitacion de un amigo para “chatear”. La ultima vez converse un largo rato con un amigo chileno que conoci en el Peru y que ahora vive en Napoles.

Me decia que existe la costumbre en esa ciudad de mandar traer un café y pagar mas de lo que se consumio. Por ejemplo, cuatro personas entran, se sientan, piden cuatro cafes y dicen: “Y tres mas en suspenso”. Al rato aparece un pobre en la puerta y dice: “hay algun café en suspenso?”. El empleado mira el registro de los adelantados, verificando el saldo y dice: “Si”. El pobre entra, bebe el café y se va, agradeciendo la caridad. A mi esto me parece bien. Porque si bien en cierto que se trata de una solidaridad barata, pienso que si este espiritu se fortaleze acabaremos por ir al restaurante y pagar dos comidas, entrar en la zapateria y pagar dos zapatos, comprar un pollo y dejar dos pagados y asi por estilo. Por lo menos en America parece que no va a quedar mas remedio. Como el Estado cumple cada vez menos y cada vez peor sus obligaciones para con los ciudadanos, les tocara a estos hacerse cargo de la sociedad antes de que nos volvamos todos, excepto los ricos, en pobres limosneros, y por lo tanto sin que nadie nos pague un cafecito.

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