11 de marzo de 2010

Los Temblores de Piñera

En Chile no había ánimos para la pompa, por más que el magnate Sebastian Piñera sea tan proclibe a la ostentación, pero después del cataclismo del 27 de febrero, los sureños guardaban luto. Por eso se esperaba ayer una ceremonia austera. Pero una serie de cinco fuertes réplicas en la región centro-sur chilena y la alerta de un posible tsunami convirtieron la toma de posesión del magnate en otro momento de zozobra nacional.

La trascendencia del recambio político en Chile, donde la derecha regresa, esta vez , democráticamente al poder después de 52 años, quedó oscurecida por el temor a un nuevo desastre, geológicamente hablando por cierto.

La red de telefonía móvil colapsó de tanta gente asustada y en Santiago varios edificios fueron evacuados.

Hacia el final de la tarde, cuando se disipó el peligro de maremoto y se supo que no se habían registrado víctimas fatales, muchos de los invitados internacionales al traspaso de poderes ya estaban retornando a sus países. Algun rumoreaban que un mal aguero rondaba los pasadisos de La Moneda.

Eran las 11.39 de la mañana cuando se sintió una sacudida de 6,9 grados en la escala de Richter, con su epicentro en la costa de la región de O’Higgins, donde el Gobierno tuvo que dictar su primera medida: el estado de catástrofe. Dieciséis minutos más tarde, la magnitud de la réplica alcanzó los 6,7 grados. A las 12.06 horas llegó a 6 grados. El cuarto movimiento, de 5,4 grados, se produjo 20 minutos después, en pleno desarrollo de las actividades del traspaso en la portuaria Valparaíso, a unos 150 kilómetros de la capital. El último temblor, de 4,9 grados, se advirtió a las 12.34 horas.

La ceremonia de Valparaíso parecía desarrollarse en una realidad paralela. Pero todos sabían o intuían que algo sucedía afuera. El presidente paraguayo, Fernando Lugo, solía apuntar con la vista al cielo como en sus tiempos de sacerdote. Ayer alzó más de una vez su mirada presintiendo que algo podía caerle de ese mismo cielo. El boliviano Evo Morales también lo hizo.

Piñera, con los ojos como platos, recibió los atributos de mando de Michelle Bachelet y tomó juramento a sus ministros como con prisas. Hubo aplausos y abrazos pero el protocolo finalizó con sobriedad y cierta urgencia. Desde las escaleras del Congreso, los encargados de la seguridad llamaron a los presentes a evacuar el lugar «con tranquilidad».

No bien habia tomado posecion del cargo y el flamante titular de Economía, Juan Andrés Fontaine reconocio que «Se le movió el piso». Ena Von Baer, la portavoz presidencial, por su parte trato de guardar compostura y dijo que« La tierra nos recordó que estamos en un momento de emergencia». Rodrigo Hinzpeter, se fue a la Oficina Nacional de Emergencias (ONEMI). «Vamos a ser muy rigurosos en imponer esta noche el orden en la Sexta Región: no queremos que se repitan los saqueos», mano dura, advirtió.

Piñera quiso igualmente tener su paseo triunfal sobre el Ford Galaxy descapotable que también utilizó Salvador Allende y recorrió las calles de Valparaíso. Pero los animos estaban caidos a la gente no le pasaba el susto especialmente cuando desfilaba el magnate. Finalmente el automóvil entró al Palacio Cerro Castillo, en la aledaña Viña del Mar, donde el presidente ofreció un almuerzo a sus invitados. La argentina Cristina Fernández de Kirchner no salía de su asombro: ella contó cómo todas las cosas se movieron delante de sus ojos en el Congreso. «No hay nada que temer. En mi país también hay temblores», dijo el peruano Alan García. El príncipe de Asturias, Felipe de Borbón, dijo: «Los terremotos no me asustan mientras no vea a los chilenos preocupados».

En su mensaje inaugural ante el país, Piñera llamó a la calma: «Sigan las medidas preventivas. No queremos alarmar a nadie pero la Armada de Chile ha transmitido una alerta de tsunami y ha recomendado a la población de las localidades costeras que se dirija a lugares altos». La poblacion matuvo la calma, especialmente cuando quedo claro que la armada esta vez permanecio en sus cuarteles. El magnate, por su parte, habló de «daños significativos» en la ciudad de Rancagua. Y fue a verlos con sus propios ojos.

Luego subió a un helicóptero y aterrizó en Constitución, una de las ciudades más golpeadas de la región del Maule por el cataclismo del 27 y que ayer volvió a entrar en pánico. Allí, quiso mostrar a Chile su «compromiso de cercanía con la gente» y con las «soluciones» para los que lo han perdido todo. Las primeras estimaciones apuntan a daños globales (viviendas e infraestructura) de 22.000 millones de dólares.

Paulina González, una experta en análisis sísmicos de la Universidad de Santiago, advirtió sobre las réplicas de ayer: «No podemos asegurar que vayan a ser las últimas, ni tampoco que las que vienen vayan a ser menores». El politica no hay superciones, dijo un invitado al almuerzo, pero todo hace pensar que la derecha a debutado con el pie izquierdo.

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