10 de setiembre de 2006

Chile: La memoria Obstinada

Foto: Marcelo Montecino

Mientras el exdictador Augusto Pinochet confronta a la justicia chilena, por cargos de corrupción y violaciones de los derechos humanos; en el National Gallery de Washington, se esta presentando una muestra de cine chileno de muy buen nivel y cuya retrospectiva se remite, inexorablemente, al trágico capitulo que se escribió con sangre, durante la dictadura de Pinochet.

El mediometraje La Memoria Obstinada, del notable cineasta Patricio Guzmán, forma parte de una serie de documentales sobre Salvador Allende, el gobierno de la Unidad Popular, el Golpe y el dictador Pinochet.. Su obra indudablemente merece una reflexión en particular.

Guzmán realizo el documental “La Batalla de Chile”, una crónica política con formato periodístico de los últimos seis meses del gobierno de Salvador Allende y de su intento de llegar al socialismo por la vía democrática, en el convulsionado Chile de la década del setenta.

Además de la viva sensación presencial que provoca, La batalla de Chile, está estructurada sobre la base de un análisis político muy preciso. La película arranca en marzo de 1973, con las elecciones para la cámara de legisladores. La derecha confiaba en un triunfo rotundo que le permitiera alcanzar los dos tercios. De esa manera, era sencillo forzar a la renuncia al presidente Allende. Pero sorprendentemente los resultados fortalecieron al gobierno, que alcanzó más del 43% de los votos. Después de ese momento, clausurada la posibilidad de derrocamiento constitucional, la derecha chilena, aliada con la CIA, inicia un plan sistemático de desestabilización que finalizará con el golpe de Estado. Luego de sumergirse metódicamente en cada uno de los tropiezos que presentaba la oposición y de indagar con audacia en todas las discusiones políticas, incluso hacia el interior de la izquierda misma, “La Batalla de Chile” se cierra con las imágenes del Palacio de la Moneda bombardeado, el infausto 11 de septiembre de 1973, y con la conferencia de prensa de la Junta Militar chilena, encabezada por el dictador Pinochet.

Luego del golpe militar, Patricio Guzmán fue detenido y estuvo dos meses en el Estadio Nacional. Las cintas del filme fueron rescatadas por la embajada de Suecia, que logró sacarlas del país. Una vez liberado, Guzmán realizó el montaje en Cuba con la colaboración, entre otros, de Chris Marker. La película recorrió el mundo, se exhibió en 37 países y recibió una enorme cantidad de premios. Jorge Müller Silva quedó en Santiago. En noviembre de 1974, cuando apenas tenía 27 años, fue detenido por la policía militar junto con su compañera, Carmen Bueno. Aún hoy permanecen desaparecidos.

Veintitrés años después del golpe en 1997, el cineasta volvió con su película a Santiago, reencontrándose con sus protagonistas y proyectando el documental para la juventud chilena. El resultado de ese viaje es “La memoria obstinada”.
En esta película Guzmán revive, en el seno de su país, la presencia de un conflicto no resuelto. Para ello, pone en marcha una serie de operaciones: recorre el Palacio de la Moneda con una de las escoltas de Allende, consigue la partitura de la marcha de la Unidad Popular y hace que una banda de jóvenes camine por las calles céntricas de Santiago interpretándola, pone a los sobrevivientes de ‘La batalla de Chile”, ante las viejas imágenes de ellos mismos, reúne a jóvenes de distintas extracciones sociales y les pasa la película. Por momentos, logra reeditar ese quiebre radical en el seno de la sociedad chilena. Registra un debate en un colegio de señoritas (quienes no habían nacido cuando Allende fue gobierno), que impresiona por su vivacidad y la firmeza con que cada bando defiende sus posiciones. La catarsis de los alumnos de un ex militante de la Unidad Popular es impresionante. Y la imposibilidad del padre de Jorge Müller para verbalizar el infinito dolor que le sigue causando la ausencia de su hijo es conmovedora. A esta reedición forzada de una realidad de hace tres décadas, Guzmán la llama memoria. El adjetivo que le agrega al título, "obstinada", es sintomático. Se trata de la memoria de Guzmán, no de una memoria instalada en la sociedad chilena que, claramente, prefiere olvidar y pasar al siguiente tema.
“Recordar viene del latín "re-cordis", dice un entrevistado de La Memoria Obstinada, que significa: volver a pasar por el corazón”. El dolor es muy grande para recordar. Las atrocidades cometidas por las fuerzas armadas de chile contra su propio pueblo evocan al nazismo, cuando perseguían a los judíos y a la izquierda europea. La misma escuela de los desalmados.
Salvador Allende, sin lugar a dudas, fue una figura controversial en el panorama político de Chile, y aún más después del intento de llevar a la práctica la "vía democrática al socialismo" en su corto mandato presidencial (1970-1973). El derrocamiento de Allende y su muerte en La Moneda, no hizo sino acrecentar las especulaciones en torno a su validez como estadista y a los propósitos que lo llevaron al poder.
El fracaso de su propuesta puso en entredicho y echó por tierra las aspiraciones de toda una izquierda latinoamericana que apostaba por una idea inédita hasta ese momento, diferente a la tesis de la revolución armada. A Allende se le proponía como un demócrata cabal, que basado en las contradicciones de clase conseguiría imponer una justicia social mucho más acorde a las necesidades reales de los desposeídos, pero de forma pacífica y dentro de la Constitución, por ser en esencia un marxista no ortodoxo.
En todo caso, el ejercicio que plantea Guzmán, en un enfrentamiento frontal a la desmemoria, no es superfluo porque nos señala, entre muchas otras cosas, lo difícil que puede ser interpretar a un hombre que aún tiene una vigencia incuestionable
Casi tres décadas después de los acontecimientos, los espectadores chilenos pudieron ver La Batalla de Chile y leían el texto que cierra la película, unas frases esperanzadas enmarcadas por el sonido de las balas y los aviones rasantes. Hoy, su confianza casi religiosa en el devenir de los procesos sociales, arrastra el eco de la derrota al tiempo que engrandece la personalidad de quien las dijo. Fue Salvador Allende, minutos antes de morir, con voz serena y firme: "Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales, ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos. Sigan ustedes sabiendo que mucho más temprano que tarde se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor"






.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Add to Technorati Favorites
BloGalaxia