
Para descifrar el complicado rompecabezas de la política norteamericana, basta con revisar las más resientes declaraciones de los líderes mas destacados del partido demócrata.
Nancy Pelosi en la Cámara de Representantes y Harry Reid el líder minoritario del Senado, han insistido en que su partido está a favor de la regularización de los 12 millones de trabajadores clandestinos que viven en EEUU, la mayoría de los cuales son latinoamericanos.
"No tenemos miedo de abordar la reforma migratoria integral", dijo a la agencia de noticias Efe Reid. "Tenemos que ofrecer una vía hacia la legalización", afirmó, por su parte, Pelosi.
Sin embargo, estas declaraciones ocultan una gran división en el partido respecto al asunto, que se ha puesto de manifiesto en los propios votos de sus legisladores.
Reid, , declaró: “Es una vergüenza que el presidente Bush se haya rendido ante la derecha anti-inmigrante de su partido cuando aceptó esta ley”. La Senadora Hilary Clinton, por su parte, alzo su voz de protesta contra el muro en varias oportunidades: ‘Yo no apoyaré soluciones unilaterales que suenan drásticas, declaro Clinton, pero que no resuelven los problemas fronterizos ni tratan con respeto y dignidad a millones de familias que viven y trabajan en nuestro país,” puntualizo la senadora drásticamente. Antes Clinton había dicho que es un "error (el muro) porque la frontera sigue abierta". Y tiene razón porque en 6.000Km, de frontera, 1.226 Km. de muro parece una broma.
Sin embargo la senadora Clinton: fue una de los 26 demócratas que apoyaron la ley de construcción del muro y solo 17 de sus correligionarios votaron en contra. Reid, por cierto, no volvió a declarar más sobre el tema.
En la Cámara de Representantes, 64 demócratas, aproximadamente un tercio de la bancada, respaldaron en septiembre pasado la ley que autorizó levantar un doble muro en la frontera con México.
La construcción de esa barrera es una de las medidas promovidas por un sector derechista del partido republicano, que no quiere ni oír del programa de trabajadores temporales , que promueve el presidente George W. Bush.
Sus ideas también son compartidas por algunos demócratas, si se tiene en cuenta que 36 legisladores de la Cámara Baja de ese mismo Partido Demócrata, apoyaron en diciembre del 2005, el proyecto de ley más duro contra la inmigración que haya pasado por el Congreso en varias décadas, del cual salió la idea del muro.
Esos votos demuestran que la postura sobre la inmigración no se divide limpiamente por línea de partido. En EE.UU. no existe la misma disciplina partidaria de los partidos latinoamericanos. La verdad es que “cada quien baila con su pañuelo”.
Lo cierto es que el tema de la inmigración en Estados Unidos es peliagudo. El país tiene su origen y su pilar fundamental en la inmigración. A diferencia de otras colonizaciones en las que la Metrópoli integraba a los colonizados, en Estados Unidos los indios fueron prácticamente erradicados, por lo que los colonos europeos fueron los verdaderos artífices del país. Tradicionalmente, el partido Republicano defiende los intereses de los inmigrantes. Consideran que ayudan al crecimiento de la economía vía productividad, controlan la inflación salarial -vía costes laborales- e inyectan sabia nueva al mercado de trabajo lo que repercute en mayor riqueza para el país. Los Demócratas, por el contrario, siempre han estado en contra de la inmigración. Como partido defensor e integrador de los poderosos sindicatos, siempre han visto a la inmigración como un peligro para la estabilidad salarial y para el mercado de trabajo. Al no haber en Estados Unidos las "compensaciones laborales y seguros de desempleo y sociales que en Europa, los inmigrantes trabajan más por menos y, además, tienen el sueño de progresar, de mejorar económicamente en su vida y en Estados Unidos", asegura Jose Maria Barrionuevo, analista económico.
La última amnistía a los indocumentados se produjo durante la presidencia del republicano Ronald Reagan, mientras que durante el mandato del demócrata Bill Clinton se reforzó la vigilancia en las ciudades fronterizas, lo que impulsó a los extranjeros a arriesgar su vida al cruzar por los desiertos.
En este contexto, no es una sorpresa, según los expertos, que en el programa electoral de los demócratas para estas elecciones, que titularon un "Nuevo rumbo para Estados Unidos", la reforma migratoria no haya figurado entre sus prioridades. Fue, en realidad, la gran ausente de la agenda electoral. Al igual que durante la campana de Kerry.
Aun así los analistas, mas optimistas, coinciden en que la inmigración no será prioridad para un Congreso con mayor peso demócrata, también creen que una victoria de ese partido sería la única forma de que eventualmente haya algún tipo de reforma que no consista simplemente en dedicar más dinero a blindar la frontera con México.
Una vez que la polvareda de las elecciones se disipe, es probable que el senador republicano John McCain y su colega demócrata Edward Kennedy presenten de nuevo su proyecto para un cambio pleno del sistema, que tenga en cuenta la dependencia de EEUU de la mano de obra inmigrante.
Los analistas no creen que los demócratas de la Cámara de Representantes vayan a tomar la iniciativa sobre el tema, pero por lo menos recibirían mejor el proyecto, de acuerdo con Riordan Roett, director del departamento de América Latina de la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados (SAIS).
En todo caso, según los expertos, los inmigrantes indocumentados deberían moderar sus expectativas de que los demócratas corran a sacarles de las sombras. Los abogados de inmigraciones en Washington hablan de por lo menos dos años antes que exista una reforma migratoria en EEUU.
Este articulo se publico en mi columna del Washington Hispanic
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