La expansión de nuestro universo digital -Second Life, Facebook, MySpace, Twitter- ha cambiado no solamente la manera cómo pasamos el tiempo, sino también cómo construimos identidad. Sherry Turkle, una profesora de M.I.T., autora de “Alone Together” , entrevistó para su libro a más de 400 niños y padres sobre el uso que ellos hacen de los medios sociales y de los teléfonos celulares. Especialmente entre los jóvenes, ella descubrió que el 'yo' era cada vez más fabricado externamente en vez de desarrollarse internamente: Una serie de perfiles que serán esculpidos y perfeccionados en respuesta a la opinión pública. “Por Twitter o Facebook usted está tratando de expresar algo real sobre quién es usted”, explicó ella. “Pero, debido a que usted está creando también algo para el consumo de los otros, usted se encuentra imaginando y actuando para su audiencia cada vez más. Por esto, aquellos momentos en los que se suponía que usted estuviera mostrando su verdadero yo, se han convertido en una actuación. Su psicología se convierte en una actuación”. Refiriéndose a “The Lonely Crowd”, la emblemática descripción de la transformación del carácter estadounidense, de estar dirigido interiormente a estarlo externamente, añadió Turkle, “Twitter es dirigido externamente”.
Lo divertido de Twitter, es su potencial infinito para conectarse, así como su oportunidad para la autoexpresión. A todos nos encantan esas cosas. Mas, cuando todos los pensamientos se exteriorizan, ¿qué ocurre con la perspicacia? Cuando nosotros, reflexivamente, publicamos todos los sentimientos, ¿qué ocurre con la reflexión? Cuando los amigos se convierten en fanáticos, ¿qué pasa con la intimidad? El riesgo de la cultura de actuación, del yo empaquetado, es que esto erosiona la propia relación que se supone que cree, y nos aleja de nuestra propia humanidad. Consideremos el destino de la empatía: En un análisis de 72 estudios efectuados sobre 14,000 estudiantes universitarios entre 1979 y 2009, los investigadores del Institute for Social Research de la Universidad de Michigan descubrieron un descenso en ese rasgo, habiendo ocurrido la baja más profunda en 2000. Quizás los medios sociales no instigaron esa tendencia, pero al estimular la autopromoción y el conocimiento de sí mismo, ellos muy bien pudieron haberla acelerado.
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